7/12/11

BUSCANDO UN SUEÑO:6º.-La vida sin él

Capítulo 6º: LA VIDA SIN ÉL

>>BELLA

- Bella, nosotros vamos al centro, al despacho de Edward, ¿Quieres que te acerquemos a algún sitio?
- Bueno,… sí, yo también voy al centro, si no les importa.
- Claro que no cielo, estamos encantados de que hayas podido venir a despedirlo.
- Gracias.
- Y quiero que sepas que aunque él no esté, puedes pasarte por casa cuando quieras.
- No se preocupe Elizabeth, algún día de éstos iré a hacerles una visita.
- Estaré encantada de invitarte a un café, y poder charlar un rato contigo.

   La madre de Edward era una mujer encantadora, se desvivía por su hijo y siempre tenía una palabra amable para mí. Su padre era más reservado, y aunque al principio de nuestra relación lo había notado algo reacio a aceptarme, al final lo había hecho.
   Desde el centro de la ciudad cogí un autobús  que me dejaría en el campus de la universidad, que es a donde tenía que ir realmente, no quería abusar de la confianza de los Masen. Ya que había madrugado quería aprovechar la mañana y dejarme listos los papeles para empezar el próximo curso antes de que cerraran la facultad  por las vacaciones de verano. Pocas veces había cogido el autobús para ir a la universidad, siempre pasaba Edward a recogerme o cogía el coche viejo de Phil. Sentada allí pensé en lo largo que se me haría el próximo curso sin Edward aquí. Iba a ser realmente difícil seguir con mi vida sin estar él a mi lado. Y eso poco a poco lo fui descubriendo a lo largo de los días.
Hablábamos a diario por el móvil, incluso nos enviábamos emails muy a menudo; pero no era lo mismo, no podíamos besarnos ni tocarnos. Me compré una web-cam para poder hacer alguna videoconferencia, pero no nos gustó a ninguno de los dos, era demasiado doloroso poder vernos así sin poder tocarnos, ni darnos un beso, preferíamos hablar simplemente por el móvil.
  Lentamente pasó junio, lentamente para los dos. A pesar de que Edward no se fue muy convencido, una vez allí instalado, se amoldó a la vida cuartelaria   enseguida. Congenió con sus compañeros a las mil maravillas y pronto hicieron una piña, siempre tenía algún chiste que contarme de ellos. Le dolió mucho que le dejaran el pelo al uno, y  a mí me dolió más, su precioso pelo color cobre; pero me aseguró que lo dejaría crecer en cuanto pudiera, a un corte un poco más normalito. Me contaba que la instrucción y el entrenamiento eran muy duros, pero los llevaba bien, a pesar de que nunca destacó en ningún deporte Edward tenía una forma física excelente, le gustaba salir a correr por lo menos tres veces a la semana y en su casa tenía un par de máquinas de levantar pesas, y eso se le notaba. Ninguno de los dos fumábamos, y eso también lo notó en cuanto los instructores empezaron a subir el nivel. Por email me mandaba fotos de él y sus compañeros, se le veía bien, incluso feliz, a fin de cuentas él se fue allí a vivir todas esas experiencias que estaba viviendo. Una de las fotos que me mandó era él con su uniforme de gala, con sable incluido, estaba demasiado guapo, no parecía él.
 
   Julio llegó más caluroso que nunca. Los padres de Mike buscaban a alguien que les echara una mano en la tienda de deportes y artículos de pesca que tenían en los adyacentes del paseo marítimo del lago, y me ofrecí para ese trabajo. Sería por unas horas al día los meses de julio, agosto y los primeros diez días de septiembre. Me aceptaron encantados, y a mí me venía muy bien poder estar unas horas fuera de casa ocupada y encima ganarme unos dólares extras. A Edward no le hizo mucha gracia cuando se lo conté, sobre todo porque, aunque eran amigos, él sabía que Mike iba detrás de mí cuando me pidió salir en el instituto. Siempre se quejaba de la forma que me miraba Mike cuando se tomaba unas copas de más. Pero cambió de parecer cuando le dije que Mike y Jessica estaban juntos. Se alegró porque decía que hacían buena pareja, pero yo sabía que se alegraba porque si estaba con Jessica no podría fijarse en mí, ella nunca lo permitiría. Jessica era mi mejor amiga y era buena persona, pero en cuanto a chicos era demasiado posesiva. Hace un par de años estuvo saliendo con un chico del equipo de Baloncesto del instituto por el que babeaban todas las chicas de primero, y una de ellas osó tocarle el trasero al chico delante de ella. No se lo pensó, la agarró del pelo y le soltó un bofetón que la sentó en el suelo mientras le gritaba como una posesa que ese culo era suyo y de nadie más, y al chico le echó una buena bronca por ir por ahí provocando a las de primero.
  
   A medida que julio iba pasando, notaba como Edward se iba distanciando de mí, incluso empezaron a haber días que no me llamaba. Me decía que estaba muy cansado, que el nivel iba subiendo, tenía compañeros que iban abandonando porque no podían  seguir el ritmo; y él quería terminar lo que había empezado, necesitaba descansar. ¿Qué podía yo hacer? Nada, solo darle ese tiempo que me pedía, y nunca le eché nada en cara, lo apoyaba, lo animaba y le recordaba lo que le quería.
   Uno de los días que tenía la tarde libre decidí ir a hacerle una visita a su madre, él ya me lo había pedido en un par de ocasiones alegando que a su madre le gustaría verme. Desde que se fue no había visto a nadie de su familia. Así que al salir de la tienda pasé por la floristería que había al lado y compré un geranio, según me había comentado Edward era una de las flores favoritas de su madre. Me recibió con mucha alegría Maggy, que enseguida avisó a la Sra. Masen de que tenía visita. Me hizo pasar al salón a esperarla. Había algo nuevo en aquel salón que tan bien conocía, había pasado muchas tardes allí con Edd, haciendo los deberes cuando estábamos en el instituto, viendo alguna película, o en los cumpleaños de algún miembro de la familia al que me habían invitado. El nuevo detalle que fue lo primero que vi nada más entrar, era una foto de Edward con el uniforme de gala, enmarcada, encima de la mesa central. Era la misma foto que me había mandado a mí por email. A ese tamaño tan grande parecía más guapo aún. No pude evitar pararme a contemplarlo, habían pasado más de cinco semanas desde que se fue y lo echaba en falta tanto, que allí delante de la foto se me saltaron las lágrimas.

- Tú también lo echas de menos, ¿verdad?
- ¡Hola Elizabeth! Ya lo creo que sí, a cada momento.
- Hola cielo. Espero que por lo menos pueda venir de permiso cuando acabe la instrucción, antes de que le den un destino permanente. Ven, siéntate aquí un ratito conmigo, me tienes abandonada.
- Lo siento, con el trabajo, las tareas de casa, ando muy liada.
- Lo se, Edd me lo ha dicho. Me alegro de que por fin hayas podido encontrar un hueco para mí.
- Y yo, la verdad es que tenía ganas de verla y hablar un rato con usted.
- Le he dicho a Maggy que nos traiga un café con unas pastitas, te apetece ¿verdad?
- Claro que sí, me encantan las pastitas de mantequilla que tiene usted. Por cierto, le he traído una maceta con unos geranios, se la he dado a Maggy para que la llevara al jardín.
- ¡Oh Bella gracias! No tenías por qué.
- Ya, pero me apetecía traerle una plantita, le dará color al jardín.
- Lo alegrará mucho. Bueno, ¿y como llevas la ausencia de mi hijo? Supongo que como yo o peor, pasaba más tiempo contigo que conmigo, y lo veo natural.
- Pues lo llevo lo mejor que puedo, lo extraño demasiado.
- Lo quieres mucho.
- Es el amor  de mi vida.
- Y lo vas a esperar.
- Por supuesto.
- Verás cielo, mi hijo me ha comentado que últimamente te nota algo distante, y teme que te esté perdiendo.
- ¿Yo distante? ¡Qué va! Si el que está distante es él. Me comenta que está muy cansado, que le meten mucha caña, y yo no quiero agobiarlo.
- Entonces es eso, él dice que no te quiere aburrir contándote lo que hace allí, que no quiere preocuparte,  estáis hechos un par de tortolitos.
- Me temo que sí. Imagino que el pobre lo estará pasando mal por estar tan lejos de su hogar.
- Y tan lejos de ti Bella. Lo tienes totalmente enamorado. Espero que ese amor sea para siempre, sé que vas a hacer muy feliz a mi hijo el día de mañana cuando decidan pasar el resto de sus vidas juntos.
- Ésos son los planes que tenemos.

   La charla con la madre de Edd fue muy reveladora. Pasamos un rato muy agradable, era una persona encantadora, desde hacía tiempo me trataba con ese aire maternal con el que trataba a su hijo, sería una suegra estupenda, pero a su tiempo. De camino a casa estuve pensando en todo lo que hablamos sobre Edd, el pobrecito lo estaba pasando mal tan alejado de aquí, de mí. Como yo. En cuanto pudiera llamarlo hablaríamos de todo eso y le aclararía una vez más que siempre lo esperaría. Lo malo es que ese mismo día había salido de maniobras y hasta dentro de cinco días no podríamos hablar. Cinco largos días sin poder oír su voz, que era lo único que tenía de él. Decidí escribirle una carta y mandársela por correo urgente, al volver al cuartel la encontraría y seguro que le alegraría el día. Sería una gran sorpresa para él, pues es algo que jamás se esperaría de mí, una carta por correo, y le metería en el sobre también una foto mía; tenía una de las que nos hicimos en el lago bastante sugestiva y provocadora que sé que le encantaría tener. Al  llegar a casa lo primero que hice fue cenar, estaba sola pues mamá y Phil habían salido. Después de cenar me puse a ello. Cogí unos folios en blanco y con mi irregular caligrafía, pues no tenía una letra bonita, era legible que ya era bastante, empecé a escribirle. Era muy fácil dejarse llevar por el bolígrafo y por todo lo que quería decirle, abrirle mi corazón y dejarle allí plasmados mis sentimientos, mis sueños, mis miedos, mis dudas, y mi amor por él. Al terminarla cogí mi perfume y la impregné con él, sé que esto le encantaría, al abrir la carta lo primero que le llegaría sería mi olor. También le eché un poquito del perfume a la foto. Me fui a la cama al terminarla con ella entre mis manos, quería releerla una vez más antes de meterla en el sobre. Lo cierto es que la releí varias veces antes de quedarme dormida con ella entre mis manos, apretada al lado de mi pecho. Por la mañana al despertar me di cuenta de que había dormido encima de ella, estaba aplastada debajo de mí, pero por suerte no la había arrugado, no tenía tiempo para escribirla otra vez y quería que saliera ese mismo día rumbo a San Diego. La metí en el sobre junto a mi foto y lo cerré. Bajé a desayunar, y casi a la carrera salí a por el coche viejo de Phil en dirección a la oficina de correos, iba con el tiempo justo, tenía que trabajar toda la mañana en la tienda de deportes. Una vez mandada la carta solo me quedaba esperar que esos cinco días pasaran, Edward me llamaría en cuanto pudiera.
   Y el quinto día por la tarde, recibí la llamada más esperada:

- ¡Hola Edd!
- ¡Hola mi amor! ¿Cómo estás?
- Ahora que por fin te escucho, bien. ¿Y tú?
- Algo cansado, estos días han sido agotadores. Esta mañana hemos terminado las maniobras con una marcha de 25km, con 23kg en la espalda.
- ¡Madre mía Edd! ¿Y eso se puede hacer?
- Yo creía que no, pero ya he comprobado en mis propias carnes que sí. Y ha valido la pena, porque al llegar aquí me han dado una carta de una tal Isabella M. Swan, ¿la conoces?
- Pues no me suena el nombre no.
- ¡Gracias cari! No sabes lo que ha significado esto para mí, esas letras y esa foto tuya. Ahora mismo soy el hombre más feliz de todo el cuartel.
- Me alegra que te haya gustado, lo he hecho para que veas lo mucho que te extraño. Y por favor no les enseñes esa foto a tus amigos.
- ¿Y por qué no? estás muy guapa y sexy en ella.
- ¡Edward por favor!
- Tranquila que es una broma. Si tú no quieres que se la enseñe a nadie, no lo haré. ¿Sabes lo que mas me ha gustado?
- A ver, dime.
- Al abrirla se ha esparcido a mi alrededor tu olor, no sé como lo has hecho, pero me ha llegado todo lo que más me gusta de ti. Es que he cerrado los ojos y por un momento he creído que estabas junto a mí.
- Lo he hecho con toda la intención del mundo para que te acuerdes de mí.
- ¡Gracias! ¡Eres fantástica! Si supieras las ganas que tengo de estar contigo, solo de pensarlo me pongo malo, y con el olor de la carta… ¡Mmmmmm!
- ¿Cómo eres Edd!
- Voy a meter la carta en una bolsa de plástico impermeable para que se conserve todo tu perfume hasta que vuelva contigo, y la voy a llevar encima siempre, al lado de mi corazón. No sabes las fuerzas que esto me da cari.
- ¿Podrás venir de permiso cuando acabes ahí?
- claro que sí. Nos darán una semana, y por supuesto que nos vamos a ir a nuestra cabaña a desconectar de todo. Nos lo merecemos, ¿no?
- Así es. Tú a descansar y yo a mimarte como te mereces.
- ¡Ay Bella! No veo la hora de eso. Y si encima me dices me vas a mimar como me merezco, creo que no voy a descansar mucho.
- Tú siempre pensando en lo mismo. Ya tendremos tiempo para todo.
- ¿Y qué tal las cosas por ahí?
- Pues como siempre, pero más aburrido porque no estás tú.
- ¿Siguen mike y Jessica juntos?
- Sí, y creo que Jessica está celosa de mí.
- Pero tú no le darás motivos para esos celos, ¿no?
- ¡Edd! Sabes que yo solo tengo ojos para ti.
- Era broma.
- Mike me ha comentado que le ha echado en cara que pasa mucho tiempo en la tienda conmigo. Ella no entiende que estamos trabajando. Apenas si nos vemos a lo largo de la mañana.
- Ya sabemos como es Jessica.
- Sí, pero mira que dudar de mí. Ella mejor que nadie sabe lo que te quiero.
- Los celos son así, el que me da ahora lástima es mike, pobrecito.
- Bueno, ya son mayorcitos, ellos sabrán entenderse.
- Pues sí. El otro día estuviste con mi madre, ¿qué tal?
- Muy bien, adoro a tu madre.
- Y ella a ti.
- Estuvimos hablando de muchas cosas, y ha puesto tu foto con el uniforme en el salón.
- ¿Al final la ha puesto? ¡Le dije que no lo hiciera!
- Estás muy guapo con el uniforme, déjala que presuma de hijo anda, no le digas nada.
- Vale, si me lo pides tú, no le diré nada.
- ¡Gracias!
- Bueno cari, te tengo que dejar ya, no van a tardar en llamarnos para la cena, después si no me duermo te llamo otro rato.
- No hace falta Edd, si estás muy cansado es mejor que descanses.
- Si no me duermo, te llamaré.
- Como quieras.
- Ya sabes lo que quiero.
- Y tú sabes donde buscarlo.
- Y sabes que te quiero.
- Y yo a ti, mucho más.
- Y yo te amo, y te mando un besito donde ya sabes.
- Y yo otro a ti.
- ¡OK! ¡Gracias!... y ahora cuelga.
- Cuelga tú.
- No, cuelga tú.
- ¿No cuelga siempre el que llama? Pues tienes que colgar tú.
- Pues yo no voy a colgar.
- Ni yo tampoco.
- Pero es que me tengo que ir cari.
- ¡Pues cuelga!
- Cuelga tú, que yo no te puedo colgar.
- No pienso colgar. No soy yo quien paga la factura.
- Cuelgo porque me tengo que ir. ¡Un Beso amor mío! ¡Te quiero!
- Otro para ti Edd, ¡Te quiero!

1 comentario:

Iris Martinaya dijo...

Vaya par de tortolos que están hechos, jeje, en esta escena de la llamada parecían dos en la edad del pavo, jeje, como diría mi madre. Ya no recordaba esta parte en la que los dos creían que el otro estaba distanciado. Menos mal que las suegras siempre están ahí, la quite, sino, vete a saber por donde salía la cosa.

Me voy a leer el siguiente, mientras me tomo un cafelillo, que no veas que frío hoy en málaga.

Un beso