26/4/12

BUSCANDO UN SUEÑO:40º.- Un nuevo tratado




Capítulo 40º: Un nuevo tratado


CARLISLE

Al terminar de hablar con Alice pude respirar tranquilo, siempre dentro de la amenaza que suponía una visita de Aro y compañía a Forks. Era evidente que ellos jamás aceptarían un tratado con los licántropos, y mucho menos que éstos mataran a uno de nuestra especie y salieran indemnes.
Era necesario que cuando se produjera dicha visita estuviéramos toda la familia juntos, así que me relajé cuando Alice me aseguró que venían para acá.
También era necesario advertir a los Quileute, deberían de saberlo y por lo menos poner tierra de por medio y salvaguardar a los niños y ancianos. En un hipotético caso de ataque de los Vulturis a la reserva, ésta sería masacrada sin contemplaciones. Un eventual ataque de Irina y Kate sí podrían haberlo ganado, con alguna baja. Pero uno contra los Vulturis, con todo el poder que ellos son capaces de desplegar, jamás lo ganarían.

Dejando a Esme y Emmet en casa, más tranquilos al decirle que en cuestión de horas Alice, Jasper, Edward y Bella estarían aquí, salí hacia el hospital. Allí podría encontrar la manera de ponerme en contacto con alguien de la reserva, pues yo no podía presentarme así como así en sus casas. Pero no hizo falta, al salir de nuestro territorio y entrar en zona neutral, en pleno bosque, un enorme lobo negro, flanqueado por cuatro más, me cortó el paso. Paré el coche en mitad del camino y sin tomar alguna precaución me bajé con intenciones de hablar con ellos. Enseguida me rodearon, tratando de intimidarme.


-Necesito hablar con vosotros, de lo que ha pasado esta mañana, y de lo que está a punto de pasar. Es muy urgente, pues el futuro de la reserva está en peligro.

El enorme lobo negro, de un ágil salto se internó en el bosque, mientras los otros cuatro no se movieron ni un centímetro, mostrando claramente su desconfianza y repulsión hacia mí. Un minuto después un apuesto joven de tez morena, con los mismos ojos oscuros y de dura mirada, como la del lobo negro, se presentó ante mí sin más indumentaria que un raído pantalón vaquero corto. Se quedó a unos quince metros de mí, fuertemente custodiado por los cuatro cuadrúpedos. Y cruzando los brazos sobre su pecho, me pidió explicaciones.

-Dime Cullen, ¿Qué es lo que ha pasado esta mañana? ¿Por qué esas dos sanguijuelas querían atacarnos?
-Eran hermanas de la rubia que matasteis el otro día y venían buscando venganza.
-¿Y por qué no las habéis dejado atacarnos? –una sonrisa de prepotencia se dibujó en su rostro–. Nos habríamos defendido, y a estas horas habría dos monstruos menos en el mundo – los lobos lo corearon con gruñidos de asentimiento.
-No es tan fácil como eso. Nada es fácil. Necesito hablar con vuestro jefe, pues ellas han ido a pedir ayuda a unos vampiros muy poderosos, que arrasarán la reserva. Es muy importante que pongáis a salvo a vuestra gente –conociendo la autosuficiencia de los licántropos, sabía que no me iba a resultar nada fácil convencerle.
-Yo soy el líder de la manada. Habla.
-¿Eres descendiente de  Ephraim Black?
-No. Soy Sam Uley.
-Hummm,… Uley, entonces de Levi Uley –el recuerdo de la época en la que firmamos el tratado vino a mi mente. Ephraim, Quil y Levi; aquellos tres hombres-lobo, más asustados que otra cosa al descubrir en sus tierras un aquelarre de cinco vampiros. Eran fuertes y valientes y no habrían dudado ni un momento en dejarse las vidas defendiendo a su tribu. Pero la razón se puso de parte de ambos bandos, y pudimos llegar a ese acuerdo que perdura en la actualidad. Tenía esperanzas de que el descendiente de Ephraim fuera tan dialogante y permisivo como su antepasado.
-Sí, ¿Algún problema?
-No, ninguno. Pensé que serías descendiente de Black.
-Billy black es el jefe de la reserva, pero el de la manada soy yo. Lo que tengas que decir, dímelo a mí –Sam me recordó a Levi con su actitud tan protectora y autosuficiente. Pero una de las virtudes de su antepasado era el sentido común, y esperaba que Sam lo hubiese heredado a través de los genes.
-Bien. Entonces debes saber que unos vampiros muy poderosos están a punto de venir hasta aquí para cobrarse venganza por la rubia. No van a respetar tratado alguno, pues para ellos los licántropos son nuestros enemigos naturales, y se han dedicado desde hace siglos a exterminaros.
-Bien, gracias por el aviso. Nosotros defenderemos a nuestra gente.
-Espera Sam –hice una última apelación a su sentido común–. No es tan fácil como eso. Estos vampiros son muchos, y tienen poderes capaces de hacer que te revientes de dolor por dentro, o dejarte indefenso tirado en el suelo. No vais a poder vosotros solos contra ellos.
-No nos subestimes sanguijuela. Sabremos proteger a los nuestros. Siempre lo hemos hecho.
-No dudo de vuestra fuerza, ni capacidades. He visto a tus antepasados en acción, y os admiro. Pero esta vez no se trata de fuerza y destreza, sino de táctica. Necesito hablar con Billy Black.
-Ni hablar. Billy está enfermo y no lo voy a molestar por tan poca cosa como tú.

En ese momento uno de los lobos que lo acompañaban, gruñó, en aparente desacuerdo. De un salto rompió la fila y se internó en el bosque, y a los pocos segundos apareció otro joven de piel morena y ojos duros.

-Soy Jacob Black, –se presentó, sin muchos miramientos conmigo–, el hijo de Billy. Sam, creo que esto es importante. Mi padre, y el consejo de la reserva deberían saberlo –en sus ojos vi la determinación de Ephraim, era descendiente de él, y quien debería liderar la manada. Pero eso no era asunto mío.
-Vuelve a tu sitio Jacob, esto no te incumbe.
-Sam, recapacita. La sanguijuela lleva razón, debemos consultarlo con mi padre al menos. No es lo mismo un par de vampiros, que un ejército dispuesto a aniquilar la reserva. – Me impresionó la reacción de Jacob, pues a pesar de que el lobo alfa le había dado una orden directa, tenía suficiente determinación para obedecerlo a voluntad. Ese chico estaba llamado a ser el lobo alfa, por naturaleza.
-Está bien –Sam pareció pensárselo mejor–. Lo consultaremos con tu padre.
-Es lo mejor para todos –intervine, buscando un punto de encuentro donde ambas partes pudiéramos estar bien–. Yo voy ahora para el hospital, me podréis localizar allí. Hemos de buscar entre todos una forma de protegernos, pues os guste o no, nuestros destinos están ahora ligados.

No hubo despedida alguna. Ellos simplemente se internaron en el bosque y me quedé solo en mitad del camino, al lado de mi coche. Me subí en él y puse rumbo al hospital. Imaginaba que la espera no sería muy larga. Los Quileute son muy impulsivos, y para bien o para mal, Billy y el consejo tomarían una decisión en cuestión de minutos.
No me equivocaba. Una larga hora después, en mi consulta se presentaron Sam, Jacob y dos hombres más, uno de ellos en una silla de ruedas. Me los presentaron, el de la silla de ruedas era Billy, el otro era Alan Uley, miembro del consejo y tío de Sam. Ninguno estrechó mi mano, ninguno se sentó, y mucho menos ninguno quiso nada cuando les ofrecí un café. Fueron directos al grano.

-Me han dicho Sam y mi hijo que la reserva está en grave peligro –fue Billy el que atacó el tema.
-Sí. Las vampiras que intentaron atacaros esta mañana, han ido hasta Italia a buscar apoyo del aquelarre más poderoso que hay sobre la faz de la Tierra, los Vulturis. Ellos tienen un enorme ejército, aparte de miembros con poderes especiales, que pueden acabar con todos nosotros en cuestión de minutos.
-¿Y qué sugerís?
-Poner a vuestros hijos, esposas y ancianos a salvo, y tratar de detenerlos cuando lleguen. Primero con razonamientos, aunque los conozco bien y eso va a ser una pérdida de tiempo. Así que, tendremos que luchar.
-Luchar.
-Me temo que sí. Ellos no ven con buenos ojos los tratados con licántropos, y estoy seguro que no lo van a respetar.
-¿Y qué va a pasar con toda esta gente del pueblo?
-Son lo bastante sigilosos y precavidos como para pasar desapercibidos. Si la población no se inmiscuye en la lucha, los respetarán. Una de nuestras reglas fundamentales es que los humanos no pueden saber de nuestra existencia. De hecho, ese es uno de los puntos principales del tratado que firmé con Ephraim.
-Ya.
-Debemos organizarnos. Ya que van a venir a por todos nosotros, hemos de mostrarnos unidos, como un solo cuerpo, aparentar poder, y apoyarnos.
-Mira chupasangre –Alan intervino, estaba ya demasiado tiempo callado–, si hemos venido es por nuestra gente, y por la del pueblo. Pero por nada del mundo esperes que nos asociemos a vosotros, ni os defendamos.
-Calla Alan –Billy lo cortó–. Si hemos de hacerlo, se hará. Imagino que no podemos hacernos una idea del poder que puedan tener los Vulturis esos. Pero si hay una oportunidad de salvar a nuestras familias, aunque sea asociándonos a los Cullen, lo haremos. ¿Ha quedado claro? –Desde su posición más baja, Billy miró a los tres miembros de su tribu uno por uno, dispuesto a convencer con una sola mirada a aquel que aún no lo estuviera. Los tres cedieron ante el soberbio gesto de Billy–. Bien Cullen, hay un nuevo tratado entre nosotros.
-Es por el bien de los inocentes –le aseguré, haciéndole ver que había escogido el único camino que nos daba una oportunidad de salir de ésta.
-Mi bisabuelo firmó ese tratado contigo, y hasta la fecha habéis cumplido. Espero que éste corra la misma suerte.
-No te preocupes, nosotros cumpliremos.
-Y nosotros también –Jacob puso la guinda del pastel, ansioso. Los Black seguían igual de inteligentes e impulsivos que generaciones anteriores.

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