2/5/12

BUSCANDO UN SUEÑO:42º.- La espera




Capítulo 42º: La espera


EDWARD


La semana pasó rápidamente. Y cuando nos quisimos dar cuenta, los días soleados que había mencionado Emmet se nos echaron encima. Al mezclarse la manada en el asunto, Alice dejó de tener más visiones al respecto, así que intentar averiguar qué día exactamente vendría Aro era dar palos de ciego.
Toda la familia estaba tensa, incluida Bella, a pesar de no conocer el alcance del peligro de dicha visita. Una de las reglas fundamentales que habíamos quebrantado era la de que ningún humano podía saber de nuestra existencia. Y ahí estaba ella, conviviendo en una casa aislada en plena montaña, con seis vampiros. Y si no fuera por la situación, se diría que estaba feliz.

No quise volver a la universidad. No quería alejarme de la familia, y menos con ella a mi lado. La mansión de los Cullen estaba mejor equipada con las últimas tecnologías y comodidades, que un hotel de lujo. Y esos días fueron muy intensos para ella. No solo por el hecho de estar siempre a mi lado, sin límites entre nosotros; si no por la estrecha relación que fue fraguando con el resto de mi familia. Lo mismo podía ponerse a hablar con Carlisle de medicina, que con Esme de arte, o de deportes con Emmet. La relación que tenía con Alice y Jasper era ya a otro nivel. Ellos se consideraban como amigos de toda la vida, sobre todo con Alice, que de odiarla en la facultad, había pasado a ser su mejor amiga. Pronto Emmet la hizo víctima de sus bromas, pero ella, lejos de molestarse, le salía al quite airosamente, poniéndolo en más de una ocasión en evidencia. Bella encajaba a la perfección en la familia, y si no hubiera sido por la amenaza que se cernía sobre nosotros, hubiera podido jurar que fueron de los mejores días que pasamos juntos.

Por las noches subíamos a mi cuarto para que pudiera descansar allí. Liada entre varias mantas,  las primeras noches se abandonaba en mis brazos en el sofá de cuero negro que allí tenía. Para mí era el mejor momento del día. Verla dormir entre mis brazos, a salvo, era lo que realmente le daba a mi muerto corazón un poco  de calma. Ella lo era todo para mí, y tenerla así  era como tener entre mis brazos mi vida. Me pasaba las horas enteras en silencio observándola. Su característico olor, mezclado con su efluvio, su ambrosía, siempre presente cuando estaba a mi lado, y la esencia de su sangre; formaban un cóctel explosivo para mí, al que simplemente era adicto. Al alba terminaba despertándola cuando ya no podía aguantar más, y le daba los buenos días haciendo allí mismo el amor con ella. Mi caro sofá de cuero negro solo nos duró dos asaltos. Mereció la pena.
Nos habríamos pasado la eternidad así.

Carlisle pidió en el hospital unos días libres, así que él tampoco se separó de la familia.
Por el contrario, Mia y Jacob pasaban casi a diario por aquí. Le traían comida de humanos a Bella, e informaban a Carlisle de cualquier cambio o decisión que hubiese tomado la reserva. Estaban al tanto de la visión de Alice, y del probable día en el cual podrían presentarse los Vulturis. Una chica de la reserva trabajaba en el servicio de información del Sea Tac, y estaba pendiente de todos los vuelos procedentes de Italia. Ella era nuestra única oportunidad de adelantarnos a la indeseable visita.

Al tercer día soleado, a finales de la primera semana del año, el móvil de Carlisle sonó, y al otro lado de la línea sonó estridente la voz del jefe de la reserva, el padre de Jacob. No hizo falta que Carlisle pronunciara palabra alguna. Toda la familia estaba a la espera de esa llamada. Una simple y clara frase sonó a través del móvil, que todos en la casa la oímos salvo Bella, pues sus oídos no están tan desarrollados como los nuestros.

- Ya están aquí. Acaban de llegar directamente de Italia. La manada ya se dirige hacia el sitio fijado.

El mismo Billy colgó, sin dejar que Carlisle le contestara. Sencillamente no hacía falta. Ya estábamos todos alrededor suyo, en su despacho, y sus ojos lo decían todo. Debíamos trasladarnos rápidamente al claro a reunirnos con los lobos, e intentar salvar nuestras vidas, o lo que fuera que teníamos en esta eterna existencia. Mientras Carlisle se levantaba de su sillón, me aconsejaba mentalmente que no dejara a Bella sola ni una décima de segundo, pasara lo que pasara. Agarré fuertemente su mano en respuesta a ese consejo, y ante el amago de sonrisa de Carlisle, me llegaron desde el bosque los pensamientos de la traidora. ¿Qué hacía ella aquí? Ya todos la habían percibido, y Emmet salió a su encuentro, con una rara mezcla en su cabeza y su corazón, de alegría y rabia.
Ella se paró a escasos metros del porche, donde él la esperaba ya, altivo. No iba a ceder ante ella ni un milímetro. Por mucho que la amara, para él era muy importante su familia, y era ella la que nos había traicionado a todos. Estaba decidido a echarla de su lado, escupirle y maldecirla; a pesar de que en lo más profundo de su ser, su corazón gritaba por correr a su lado, tocarla, besarla, y abrazarla, demostrándole que la amaba. Pero su decisión era firme. Ella, en cambio, era un manojo de nervios a pesar de la templanza que siempre aparentaba, siendo una vampira. En su mente mostraba todo el arrepentimiento que sentía, a sabiendas de que yo entonces mismo lo sabría. Posó primero sus ojos en mí, quería que las explicaciones las diera yo por ella. Pero con un leve gesto, le indiqué que no contara conmigo. No después de todo lo que había hecho, todo porque yo quería estar con Bella y no con Tanya. Entonces dirigió sus ojos hacia Emmet, llenos de culpa y arrepentimiento. No hizo falta que empezara ella, él la instó, amenazadoramente mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, a la defensiva, pidiéndole explicaciones.

- ¿Qué diablos haces tú aquí? ¿Te han enviado los Vulturis de avanzadilla? –la sorpresa se dibujó de inmediato en la mente de Rosalie, hasta Jasper lo pudo notar.
- ¿Los Vulturis? –preguntó, con la garganta repentinamente reseca.
- ¡No te hagas ahora la inocente! Todos sabemos que fuiste tú quien avisó a Irina y Kate, y ellas ahora están en el aeropuerto en compañía de los Vulturis –Rosalie cerró los ojos, consciente de todo lo que había desatado. Su familia iba a ser masacrada por su culpa. Abrió los ojos para posarlos una vez más sobre Emmet, y dio un paso hacia él, levantando una de sus manos a la espera de una de las de él.
- Emmet, yo…
- ¡No! –le gritó, furioso–. No nos vengas ahora con que no lo sabías. No te creemos –me miró a mí, esperando que le confirmara que ella mentía. Pero no, ella no sabía nada de los Vulturis. Con un gesto se lo confirmé.
- Yo no podría haber adivinado que ellas llegarían tan lejos –desanduvo el paso que había dado hacia él, bajando su mano, solitaria.

Jasper se estremecía ante los sentimientos de ambos.
Ella era todo arrepentimiento y culpa, y lo único que deseaba era que Emmet la perdonara. Estaba dispuesta a arrojarse de forma suicida contra los Vulturis para defender a su familia, y ante todo a él. A pesar de todo, el sentimiento familiar que había desarrollado con todos nosotros, incluyéndome a mí que era el miembro más reciente, era demasiado fuerte como para obviarlo de forma permanente. Al verse sola sin el apoyo de Emmet, había decidido regresar y afrontar las consecuencias de sus actos.
Emmet en cambio era una hoya a presión a punto de explotar ante los sentimientos encontrados que se debatían en su interior. La traición a la familia, a su amor; frente a ese mismo amor que le profesaba incondicionalmente a Rosalie. Permanecía estático ante ella, con los brazos aun cruzados sobre su pecho, sin saber qué hacer. Jasper intervino al fin, creando un ambiente propicio para ambos. Y un pequeño empujón que le dio Carlisle desde atrás, hizo que al fin el gigantón se aproximara a ella, y como si fuera la rosa más delicada, y con más espinas del rosal, la abrazara entre sus brazos. Ella, simplemente se dejó hacer, y sabiendo que no lo merecía, apoyó la cabeza en el pecho del vampiro al que amaba.
Habíamos recuperado a nuestra Rosalie, la incondicional, la fuerte, la decidida, la fiera indomable; que nos sería de gran ayuda en caso de tener que luchar.

El momento duró unos segundos. Carlisle nos devolvió a la realidad. Teníamos una cita cara a cara con la muerte en mitad de un claro del bosque.
El abrazo entre ellos derivó en un más que apasionado beso, donde se lo dijeron todo. Y justo antes de partir hacia el claro, Rosalie se acercó a nosotros. Conocía perfectamente sus intenciones, pero eso no evitó que un sordo gruñido de mi pecho, un claro aviso, saliera por mi garganta. Se quedó a unos pocos metros de nosotros, y dirigiéndose por primera vez a Bella, se disculpó con ella.

- Bella, sé que la culpable de todo esto he sido yo, y lo siento. Tendría que haber hecho caso a Edward, y haberte dado una oportunidad. Si quieres, podemos empezar aquí y ahora desde cero –se quedó a la expectativa, mirando de manera franca a Bella, que intuyendo el peligro por mi reacción, se había pegado más a mí.
- Vale –fue la única palabra que salió de su boca. No se fiaba del todo. Rosalie le sonrió todo lo amable que pudo, y en su mente me hizo la firme promesa de defenderla de cualquier cosa si yo no podía. Al fin había entendido que, a pesar de ser una humana, y ser más bien una chica del montón, era la mujer a la que yo amaba, y no la iba a cambiar por ninguna otra.

Invité a Bella a subir a mi espalda, y salí corriendo hacia el claro. Por el camino me di el último gusto de poder notar cómo sus pechos se rozaban con mi espalda, y sus brazos y manos se enredaban en mi cuello. Su respiración en mi oído me hacía volar más que correr por el bosque. Así, hubiera seguido corriendo eternamente.
 Emmet y Rosalie nos seguían. Podía oírlos mientras él, corriendo agarrado de su mano, la puso al tanto de todo.

Allí ya nos esperaban toda la familia, junto a una numerosa manada de enormes lobos malolientes. Faltaba el invitado de honor, que no tardaría en hacer acto de presencia.

-Demetri –Carlisle nos habló a todos, intentado prever el modus operandi de los Vulturis, él que tan bien los conocía–, los llevará primero a nuestra casa, y desde allí seguirán mi rastro hasta aquí. A partir de ahí, podemos esperar cualquier cosa.


1 comentario:

J.P. Alexander dijo...

Muy buen capitulo te mando un beso y te me cuidas