Aún hemos de andar mucho camino para que no importe tanto en nuestra sociedad a quién quiere cada uno. Pues veo ilógico que a la hora de elegir a un profesional en cualquier campo, poco importa con quién se mete en la cama en su casa.
Por eso me quedo con las personas, porque personas somos todos, depende ya de cada uno si normaliza algo natural, porque en la naturaleza es otra opción más para muchos animales, o coaccionas a una persona totalmente capaz, por el simple hecho de escucharse, aceptarse y comprenderse; y buscar la felicidad, que a fin de cuentas es lo que todos buscamos.
EL CAMINO DEL AGUA
El agua siempre encuentra su camino.
Por mucho que nos empeñemos en mover toneladas de tierra y piedras, en hacer desaparecer montañas para rellenar ríos y cambiar cauces; el agua siempre encuentra su camino. Tiene impresos sus propios recuerdos desde que el mundo es mundo, y aunque cambie de estado millones de veces y viaje miles de kilómetros disfrazada de vapor, siempre vuelve a la tierra y corre por ella dibujando los mismos surcos por las mismas vías. Por mucho que la mano humana se empeñe en encauzarla, el instinto natural siempre hace acto de presencia poniéndolo todo en su lugar correcto.
El corazón, es como el agua.
Siempre fue una niña tímida, silenciosa. Por nada del mundo quiso destacar en nada. Apenas si tuvo amigas en la infancia, Isa, la vecina del cuarto F, que más bien iban juntas obligadas por sus madres -dos niñas de la misma edad, pues sí o sí han de ser amiguitas, irán juntas al cole, harán la primera comunión juntas, se echarán novio juntas,...-. Y su prima Sofía, que siendo un par de años mayor que ella siempre fueron uña y carne. Cuando le preguntaban que qué quería ser de mayor, nunca supo qué contestar. Simplemente se encogía de hombros y se imaginaba a sí misma de adulta en las ciudades y lugares que veía por la tele como una persona feliz y libre de ir donde le apeteciera; pero nunca con un oficio específico como Isa, que quería ser modelo, o su prima, veterinaria.
Acababa de empezar aquella loca década de los '80, y con ella un nuevo estilo de vida más liberal y variopinto. Aquello abrió su mente, y poco a poco empezó a entenderse a sí misma y a aceptarse de forma paulatina. Empezó a ver con naturalidad que le atraían más las chicas que los chicos. Y aunque tuvo que salir con un par de chicos para guardar las formas, y casi obligada por la interesada Isa, pronto empezó a distanciarse de ellos, en lo que se refería a relaciones de pareja. Acabó encerrándose en sí misma, centrada en su trabajo y sus clases, pensando que jamás encontraría a esa persona con quien compartirlo todo.
Un buen día conoció en el autobús a Rosa, y desde entonces han estado juntas. Empezó con un descarado flirteo por parte de la atrevida Rosa, que nadie nada más que ella entendió. Flipó con sus miradas, con esos ojos penetrantes que la hacían sentirse especial. En cuanto el asiento de su lado quedó vacío, Rosa se sentó a su lado y el corazón se le aceleró, se ruborizó y apenas pudo contestar cuando le preguntó su nombre. Rosa lo tenía todo estudiado, y sacando su libro de inglés desvió la conversación hacia una inocente charla entre dos compañeras de clase. Nada más lejos de la realidad, aunque eso tan solo lo sabían dos personas en aquel autobús. Salieron de allí como si fueran amigas de toda la vida, y así lo entendió su familia.
Isa ya no vivía en el cuarto F y no se la echaba de menos. A Sofía se lo contó el día que decidió confiarle su gran secreto. Desde siempre su prima la había entendido, y le habló de Rosa y que había tomado la decisión de dar rienda suelta a todo lo que le bullía por dentro. Las mariposas en el estómago en cuanto veía a Rosa. Estar eternamente pensando en ella, soñar con ella, hablar de ella cuando no estaba con ella,... Ella, siempre era ella la que le daba las buenas noches por teléfono detrás de un incansable cuelga tú, no, cuelga tú, no, tú,... y lo primero que venía a su mente en cuanto abría los ojos. Su prima supo comprenderla y le aconsejó discreción. Con unos padres demasiado tradicionales no le sería fácil.
Pocos años después, mientras tomaban un helado en la terraza de una heladería de la Gran Avenida, escuchó por primera vez el último éxito de Mecano. Aquella letra la perturbó sobremanera. Más tarde, mientras paseaba cogida fuerte de la mano de su chica, los dedos entrelazados pero tapados con una chaqueta, tomó la decisión de emanciparse y alquilar un piso con Rosa. Esta se lo había propuesto muchas veces, pero le daba miedo dar ese paso. Fue la letra de aquella canción la que le hizo verlo todo desde otro punto de vista. Mecano aún sonaba en su mente y, sin pensar, dio un tirón de la chaqueta dejando sus manos unidas a la vista de todo el mundo. Respiró aliviada por primera vez en su vida. Muchas piezas en su interior hicieron click, encajando. La presión desapareció de su pecho, y tarareando "lo que opinen los demás está de más", apretó la mano de Rosa a la vez que ambos corazones rebosaban amor.
El corazón es como el agua. No se puede domar, encauzar y domesticar a voluntad. Siempre buscará su camino natural para ser feliz, y ¡Ay del que lo reprima y no sepa ni quiera escucharlo!
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