22/1/12

BUSCANDO UN SUEÑO:16.- Ultrajado




Capítulo 16: ULTRAJADO

Vive. Deja vivir.
Necesito un instante
Que me dejes
Respirar,
Salir sin molestarte.
Alguien, dijo
Que yo soy para ti.
Dime, dime que sí,
Y luego desaparece.

Sabes bien
Cual es tu espacio.
Quédate ahí y déjame en paz.
Deja, déjame,
Quiero decir para siempre
Y quédate
Con tus palabras,
Tu sonrisa roja, rosa
Y esa forma de besar
Empapándome los labios.

Fuiste el sol, fuiste la luna,
Fuiste la noche más oscura.

Déjame un sitio,
Pero fuera de tu vida.
Deja que empiece
Otra vez desde el principio.
Quiéreme,
Aunque sea con locura.
Quiéreme,
Pero fuera de tu vida. *




 EDWARD

   Mataría a Rosalie y Emmet en cuanto me dejaran a solas con ellos, por la encerrona que me hicieron con Tanya. En esos momentos leer las mentes de mis hermanos era una tortura. Ambos sabían de mis sentimientos hacia Tanya, y si embargo estaban encantados de habernos juntado. Para Emmet era un simple juego, una diversión con la que ya había cruzado apuestas con Jasper, e incluso me animaba a apostar a mí mismo, conociendo la tozudez de Tanya. Me decepcionaba ese comportamiento de mi hermano, que sabía perfectamente que entre ella y yo no pasaría jamás nada. Le hacía gracia ver cómo lidiaba con una Tanya abocada a provocarme abiertamente y sin tapujos. Rosalie no cabía en sí de la alegría al pensar que dentro de poco Tanya sería su cuñada. Se llevaban demasiado bien, las dos compartían afición por salir de compras. Si por ellas fuera, se pasarían días enteros seguidos de tienda en tienda. Ella me miraba con cara de súplica mientras en su mente me decía que hacíamos buena pareja, que me quería mucho, y que éramos perfectos el uno para el otro. También me sentía decepcionado con ella.


La carta de ella, de Bella, mi Bella, me quemaba al lado del pecho mientras que intentaba quitarme de encima a una enardecida Tanya, cuya llamada de mis hermanos le habían dado alas para tener fe en algún futuro conmigo.
 Al cabo de un rato Emmet y Rosalie desaparecieron de la casa, dejándonos solos. Tanya aprovechó el momento, y sin ningún miramiento ni necesidad de ocultarme por más tiempo todo lo que quería hacer conmigo, me sentó de un empujón en el sofá y se me echó encima. Su boca buscaba con urgencia la mía, sus manos se perdieron debajo de mi camiseta, y una de sus piernas buscaba con impaciencia colocarse entre las mías.

- ¡Tanya! ¿Qué haces?
- Está claro mi amor, reclamar por la fuerza lo que es mío, ya que no te decides a dármelo.
- ¡Por favor! Deja de hacer esto.
- ¡Ni hablar! Sabes de sobra que acabaremos juntos tú y yo, solo necesitas un empujoncito.

 De la forma más cortés que pude me la quité de encima, dejándola sentada a mi lado. Su mirada, oscura del deseo que veía en su mente se me clavó en los ojos. Estaba preparando otro ataque, y antes de que lo perpetrara levanté las manos para detenerla.

- ¡Por favor basta! Así no vas a conseguir nada de mí.
- Edward, sabes que te amo desde el primer día que te vi. Nuestras familias tienen la esperanza de que acabemos juntos. Somos la pareja perfecta. ¡Te amo!
- Desde la primera vez que te me insinuaste te dejé bien claro que no te correspondía. Por favor no hagas esto más difícil. Yo no puedo amarte.
- Dame una oportunidad de demostrarte que sí puedes amarme, solo una. Déjate llevar por una vez, una sola vez, y verás que sí me amas.

Volvió a echarse sobre mí, esta vez con fuerza, con rabia. Con una de sus manos me sujetó del hombro, sus labios capturaron los míos, mordiendo el inferior con deleite. Su cuerpo, encima del mío, se insinuaba, resaltando sobre mí sus curvas. Su otra mano viajó hasta mis pantalones y sin contemplaciones la metió dentro haciendo saltar el botón. Movió su boca rápidamente a mi oreja, susurrándome al oído.

- Lo único que tienes que hacer es dejarte llevar mi amor. Llevo décadas perfeccionándome en las artes amatorias con todos los humanos que se han cruzado en mi camino. No te arrepentirás de haber estado conmigo. Te gustará.

 Sin más contemplaciones su mano dentro de mis pantalones bajó hasta mi miembro, que no había reaccionado en absoluto a todo este ultraje, y lo agarró con cierta sorpresa en sus pensamientos; ella lo esperaba de otra forma. Hasta ahí aguanté. La volví a apartar de encima mío, esta vez de malas maneras y con ira. Me levanté alejándome. Ella también se levantó, en su mente solo veía el insulto que era para ella el haberla rechazado, y haberla echado de mi lado con desaire. Pero lo que más la había insultado era que mi cuerpo no había reaccionado a su provocación como ella esperaba. Estaba demasiado enojado con ella para consolarla.

- No vuelvas a hacerme esto Tanya. No quiero hacerte daño.
- ¡Pues me lo has hecho!
- Lo siento, pero no me arrepiento de ello. Te lo he advertido en muchas ocasiones ya. Te aprecio mucho, para mí eres parte de la familia. Pero el cariño que te tengo no da para lo que tú quieres.
- Pero yo pensé que con un empujoncito…

 Se derrumbó en el sofá con las manos sobre su rostro, simulando llorar aliviando así mi rechazo. A pesar de todo, Tanya era alguien importante para mí, y me dolía verla así. Me acerqué, me senté a su lado cogiendo una de sus manos. Levantó su rostro, compungido, mirándome directamente a los ojos.

- Me apena verte así por mi culpa. Jamás pensé que llegarías a hacer todo esto para demostrarme lo que sientes por mí. Pero yo no puedo corresponderte, lo siento.
- Pero, ¿por qué? Estamos tan bien juntos.
- Lo que hay entre nosotros no es amor, son otros sentimientos los que hacen que estemos bien el uno en compañía del otro.
- Por mi parte sí es amor Edward, y eso es algo que tú, con tu don, siempre has sabido. Si no me quieres como yo a ti te tenías que haber alejado de mí hace mucho tiempo.
- No seas injusta conmigo, de sobra sabes que siempre te he dicho que no eres correspondida al nivel que tu quieres. Sé que he sido egoísta al no alejarme de ti, pero no me juzgues por eso. Siempre he sido claro contigo.
- ¿Y por qué no puedes amarme como yo a ti?
- Verás Tanya, mi… corazón ya… tenía dueña antes de convertirme, y bueno, la…la  he encontrado y… ella me sigue queriendo. Quiero recuperarla.
- ¿La sigues amando?
- Sí.
- ¿A una humana?
- … sí.

 Mientras en su mente se formaba sus intenciones, su mano viajó rápidamente a mi camiseta y sacó de un tirón la carta, se levantó del sofá y se alejó de mí, dirigiéndose a la puerta. No pude reaccionar a tiempo, fue más rápida que yo.

- ¿A esta humana? Antes te he estado observando por la ventana del despacho durante un buen rato. Tan embelesado estabas con esto, que ni te has dado cuenta de mi presencia.
- Tanya devuélveme eso.
- ¿Pretendes decirme que me rechazas por una simple humana? ¡Edward por favor! ¿Qué clase de broma es esta?
- ¡Devuélveme la carta ahora mismo!
- ¿Es una carta? Veamos lo que dice la cartita…
- ¡Devuélvemela!

 Ciego de ira salí corriendo detrás de ella, ya había adivinado mis intenciones y salió corriendo fuera de la casa. Se dirigió a unos acantilados de la parte oeste de la isla. En uno de los precipicios se paró. A pocos metros de ella me paré yo también.

- Edward no hagas esto más difícil de lo que ya lo es. Dime que todo es una broma, y volvamos a la casa.
- ¡Devuélveme la carta Tanya, ahora!
- Entonces es cierto. ¡Estás loco! esto va contra nuestras leyes, contra nuestra naturaleza.
- Tú no lo entiendes, ella ya me quería de antes, y yo le correspondía. Y ahora que la he visto, que he hablado con ella, todo lo que sentía ha aflorado en mi corazón. Para mí, antes de saber de su existencia, era lógico que llegara a amarte, por todo el cariño que te tengo, eso era natural que pasara entre nosotros. Pero no puede ser, mi corazón se lo di hace mucho. Tú jamás has podido ser la dueña de mi corazón porque ella lo es desde hace años.
- Eres tú el que no lo entiende. Es una humana, una simple, frágil y mortal humana. Ella no es de los nuestros. No puedes estar con ella Edward.
- ¡Eso no es asunto tuyo!
- ¡Sí que lo es! Todo lo que te concierne a ti es asunto mío. Y es asunto de todos los miembros de nuestra especie que ningún humano sepa de nuestra existencia.

 Por su cabeza cruzó la idea de romper la carta. Todo ocurrió a la vez. Mi grito desesperado en un lastimoso ¡NO! mientras ella rasgaba la carta dentro de su bolsita una y otra vez. No tuvo ningún tipo de piedad conmigo, rompió la carta y con ella la foto hasta dejarlas hechas añicos, y éstos los esparció por el acantilado. El viento que allí soplaba considerablemente los espació por los más de veinte metros de caída del acantilado, jugando con ellos, llevándoselos lejos, y por último dejándolos caer sobre el agitado mar que allí abajo se estrellaba contra las rocas.
Caí de rodillas a escasos centímetros del abismo, mirando cómo el mar se los iba tragando. Tanya se acercó a mí, estaba satisfecha de lo que había hecho. En su mente se compadecía de mí, pero albergaba la idea de que yo ahora iría a ella buscando consuelo, y me recibiría con los brazos, y las piernas, abiertos para mí. Nada más lejos de la realidad. Posó su mano en mi hombro.

- Vamos Edward, ahora me odias por esto, pero sé que con el tiempo me lo agradecerás.
- ¡Apártate de mí! No vuelvas a acercarte a mí nunca más, porque no respondo de mis actos. ¡¿Me has oído bien?! ¡No vuelvas a acercarte a mí jamás!

 Mientras me levantaba le grité con toda la ira que se había desatado en mi interior. Intentó atraerme a ella, pero le di un empujón que la mandó a varios metros. Ya no me importaba si le había hecho daño alguno, más me había hecho ella a mí. Cogí impulso y salté al mar, necesitaba alejarme de allí todo lo que pudiera. En mi mente solo había un pensamiento, Bella.




* “Vive y deja vivir”
Jarabe de palo
Depende

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