Capítulo
39º: La visión
EDWARD
Íbamos andando a paso
humano, rodeando unas escarpadas colinas con el lago Michigan a los pies,
hablando despreocupadamente de si Bella llegaría a ser realmente una inmortal
como nosotros o no, cuando le llegó de repente. Los dos nos quedamos clavados
en el suelo y Jasper, ajeno a aquella visión, avanzó unos cuantos pasos más. Él
reconocía a la perfección los desencadenantes en Alice cuando tenía alguna
visión, y al percatarse de que nos habíamos callado, y no lo seguíamos, se giró
rápidamente hacia ella y le cogió la mano, como era costumbre en él cada vez
que ella tenía una visión. La fui visualizando a la misma vez que ella. Entre
brumas grisáceas se fue perfilando el recibidor de nuestra casa. Carlisle
estaba allí en un primer plano, y ante s aterrada mirada, se presentaban ante
él unas lúgubres figuras ataviadas con largas capas negras con capuchones,
desde donde se podía ver resaltar el fulgor rojizo en sus ojos, el de los
vampiros que se alimentan de la manera tradicional. Eran unas doce figuras, y
entre ellas había un claro superior al que el resto obedecía ciegamente. Al
descubrir su cabeza ante Carlisle, sin conocerlo de nada, supe quién era: Aro.
Lo había visto miles de veces en los caóticos recuerdos de Carlisle el tiempo
que convivió con ellos en Italia, siglos atrás. Era el más poderoso de los tres
Vulturis, un exquisito y refinado vampiro de más de dos mil años, con el don de
leer las mentes, no solo en el presente, sino también en el pasado, de todo
aquel que tocara. Más allá de aquella docena de sombrías figuras, vi, tal vez
protegidas por las mismas, a Irina y Kate, las hermanas de Tanya.
-Edward, ¿son quienes creo
que son? –la voz, asustada, de Alice me sacó del estupor en el que me hallaba.
Ella ya parpadeaba, poniendo fin a la visión, apretando la mano de Jasper, tal
vez buscando su apoyo.
-Lo son –le confirmé, con
pesar–. Al fondo estaban las hermanas de Tanya.
-En efecto, ellas son las
causantes de esa visita. Han tomado la decisión de irles con el cuento a los
Vulturis –miró a Jasper, explicándole la situación. Él estaba impaciente por
saber qué pasaba, pero no quiso interrumpirnos hasta que no supiéramos lo que
pasaba realmente.
-Hemos de hablar
inmediatamente con Carlisle y explicarle la situación. Tal vez él pueda hablar
con ellas y hacerlas desistir, porque aún no han llegado a Italia, ¿verdad? –Miré
con desesperación a Alice, rogando porque me lo confirmara.
-Hay muchas probabilidades
de que ellas hayan tomado esa decisión ahora mismo, y que aún ni estén de
camino hacia Italia.
-Entonces hemos de volver lo
más rápidamente posible a la cabaña y llamar a Carlisle para ver si él puede
hacer algo.
No hicieron falta más
palabras, los tres salimos a la carrera, más volando que corriendo hacia la
cabaña donde nos esperaba Bella. Desde allí llamaríamos a Carlisle.
En las inmediaciones ya de
la cabaña, a través de las sensaciones que Jasper pudo percibir de Bella, supe
que algo no iba bien. Aquello me puso ansioso, y en un último sprint alcancé la
puerta de la cabaña y entré de golpe. Le di a Bella el susto de su vida. En una
décima de segundo me senté a su lado en el sofá del salón, y cogiendo su mano
para tranquilizarla, a acerqué a mí, haciéndole saber que estaba a salvo de
todo entre mis brazos. A través de Jasper
pude saber que estaba nerviosa y algo ansiosa. Algo le había sucedido, y
lo único que quería era que se tranquilizara y me contara qué era lo que le
pasaba. Jasper hizo su trabajo, y a los pocos minutos se despegó de mi lado, y
más clamada, me lo contó.
-¿Qué pasa cari? Estás muy
alterada.
-¡Me has dado un susto de
muerte Edd! ¿Cómo se te ocurre presentarte así? es que ni te he visto entrar
por la puerta, y con lo nerviosa que estaba, has terminado por dejarme fuera de
combate.
-¿Y por qué estabas
nerviosa? –era ella ahora la que me estaba poniendo nervioso a mí.
-Tu… padre, Carlisle, no ha
parado de llamar al móvil de los tres insistentemente. Al final he cogido el
tuyo, y me ha dicho que lo llaméis urgentemente. Es muy importante. Me ha
dejado preocupada, pues no ha querido decirme nada –Alice, Jasper y yo nos
miramos a la vez, diciéndolo todo en esa mirada, que a Bella no se le escapó–
¿Qué pasa? –preguntó al momento, inquieta.
-Nada de lo que debas
preocuparte.
-Sí claro, y voy y me lo
creo –se separó de mí, y levantándose se dirigió a Alice–. ¿Qué pasa Alice?
-Nada de lo que debas
preocuparte, en serio –le cogió las manos, Bella confiaba en ella–. Vamos a
llamar a Carlisle, y enseguida saldremos de dudas.
-Pues llamarlo porque de
verdad que es urgente. Os tendríais que haber llevado alguno de vosotros el
móvil por si se presentaba algún imprevisto.
-No te preocupes cari, la
próxima vez lo llevaremos.
La agarré de la cintura
atrayéndola hacia mí, sentándonos en el sofá, mientras Alice cogía el móvil y
llamaba a Carlisle. Descolgó enseguida.
-¿Alice? Menos mal que al
fin os encuentro.
-Lo siento Carlisle, esta
mañana salimos de caza, y ninguno llevábamos el móvil encima.
-Ya me lo ha dicho Bella.
Pero ya estáis ahí. Esta mañana hemos tenido visita, Irina y Kate han estado
aquí pidiendo explicaciones sobre la muerte de Tanya, y exigiendo venganza.
-Y no las habéis dejado
vengarse, ¿Cierto?
-Así ha sido, en los límites
de la reserva las hemos podido contener, y al ver que no podían hacer nada…
-Han decidido ir a los
Vulturis.
-… ¿Cómo lo sabías?
-Hace un rato he tenido una
visión de los Vulturis en nuestra casa.
-Entonces ellos van a venir
hasta aquí.
-Eso parece. La visión ha
sido bastante clara. Edward estaba a mi lado y la ha visto también. Unos doce
vampiros, con Aro a la cabeza, e Irina y Kate detrás de ellos acusándote a ti
directamente.
-¿Aro?
-Eso ha dicho Edward, dice
haberlo reconocido por tus recuerdos.
-Ya, es comprensible.
-Carlisle, ¿Y no hay manera
alguna de evitar que Irina y Kate nos denuncien ante los Vulturis?
-Lo he intentado todo en
estas últimas horas. Las he llamado insistentemente a sus móviles, y los tienen
apagados. Hasta me he puesto en contacto con Eleazar, pero él las apoya. Me ha
llamado traidor y cobarde. De sobra conoces su postura ante el tratado que
hicimos con la manada hace tanto tiempo.
-Ya.
-Será mejor que regreséis
los antes posible. Quiero que cuando vengan, por lo menos nos pille a toda la
familia junta. Bueno, a casi toda.
-¿A casi toda?
-No creo que Rosalie venga.
-¿No está ahí?
-No. Ella fue la que les
contó todo lo sucedido con Tanya a sus hermanas. Está en Londres.
-Ella sí que es una traidora
y una cobarde.
-Eso no viene al caso ahora
Alice. Ella está muy dolida, sabes que Tanya era como su hermana.
-Sí, pero…
-Pero nada. Si ella no
quiere saber más de esta familia lo veo comprensible, simplemente dejémosla
estar.
-¿Y Emmet?
-Emmet está aquí. Ella lo
llamó ayer exigiéndole que volara hasta Londres con ella, pero no ha querido
dejarnos solos a Esme y a mí.
-Bien, no te preocupes. En
cuanto podamos volar, estaremos ahí los cuatro.
-¿Bella vendrá con vosotros?
-No creo que Edward la deje
sola aquí. Así que sí.
-Muy bien. Aquí os
esperamos.
Alice colgó el móvil, y
aunque todos sabíamos ya que teníamos que regresar cuanto antes a Seattle,
prefirió decírnoslo.
-Hay que hacer las maletas
urgentemente. Se acabaron las vacaciones en el lago, volvemos a casa.
1 comentario:
pero mira que traidora la rosalie que unirseles a kate e irina, no hay de otra la tiene que comvertir pero de ya a bella ,excelente capitulo muuuy bueno besos
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